¿Qué entendemos por “libros que
cambiaron mi vida?” Existen libros que nos dejan indiferentes y al poco tiempo
de leerlos los olvidamos. Otros, en cambio, pasan a formar parte de nosotros.
Estos últimos libros nos hacen
cambiar en algo nuestra forma de pensar. Al cambiar nuestra forma de pensar,
también cambia nuestra vida. De ahí el título “libros que cambiaron mi vida”.
La selección de libros es muy
variada: biografías, libros escolares, novelas de época, novelas juveniles…
Después de tanto tiempo quería
publicar una entrada más personal e íntima.
¡Espero que os guste!
Saga “Harry
Potter”
Sonará muy
cliché y repetitivo, pero me estaría engañando a mí misma si no apareciera en
esta lista.
Al contrario
de la mayoría de personas, esta saga llegó a mí en la adolescencia, no en la
infancia (con catorce años aproximadamente) y me inició en el mundo de la
lectura, además de convertirse en una forma de evasión.
Nunca podré
recordar a este mundo sin sentir una gran oleada de cariño.
Existe una
entrada muy antigua en mi blog hablando de esto, donde explico todo con más
profundidad.
Libro de Física y Química,
4º E.S.O
Es raro
colocar aquí un libro escolar, pero se merece un puesto de honor en este
listado.
Nunca me habían gustado las ciencias hasta que pude disfrutar de este libro. Gracias a él, comencé a interesarme por la ciencia, especialmente por la física. Si no hubiera llegado a mí, hubiera escogido otra modalidad de Bachillerato y por ende una carrera distinta.
Einstein: la vida de un genio. Walter Isaacson
Al igual que
el título anterior, fomentó mi gusto por la física y el interés por la figura
de Albert Einstein.
Gracias a este
libro, desmentí el gran mito alrededor del físico: no suspendía Matemáticas en
el colegio. De hecho, sacaba unas notas en la mayoría de asignaturas si bien no
excelentes, bastante superiores a la media.
Mientras que
el mito anterior ha sido popularizado, existe otro que sí es verdadero, pero
poco conocido y es que dejó el colegio a los quince años. Estuve sin
escolarizar durante un año, cuando se reincorporó y terminó el último curso
preuniversitario.
Nada, de Carmen Laforet
Mi libro
favorito.
Ambientado en
la Barcelona de la posguerra española. Nos sumergimos en un relato profundo, escrito
de una manera muy intimista y reservada.
El argumento
es simple: Andrea, nuestra protagonista, se muda a Barcelona para comenzar sus
estudios en la Universidad.
A primera
vista, puede parecer sencillo, pero tras leerlo te percatas del trasfondo enorme
que tiene.
De esta novela
me han marcado multitud de cosas:
- En primer lugar, la prosa. Es exquisita; sencilla pero a la vez muy elegante.
“El firmamento se convertía en tiras abrillantadas entre las azoteas casi juntas”.
- La amistad entre Andrea y Ena.
Puedo afirmar
que es la más bonita y enternecedora que he leído.
Al terminar el
año, Ena se muda a Madrid y ofrece a su amiga irse a vivir con ella,
costeándole sus estudios gracias al trabajo que le consigue en la oficina de su
padre. Con esta enorme muestra de cariño, la libera del ambiente viciado y
horrible de la casa de sus tíos.
- El personaje de Ena.
Es inteligente
y astuta. Caprichosa, manipuladora e inconformista, pero a la vez muestra un
cariño muy sincero por Andrea.
Creo que su
personalidad queda muy bien reflejada con este fragmento:
(Conversación entre Ena y Andrea. Intervención de la primera).
“Mi madre ha sido la pasión de toda mi infancia. He notado desde muy pequeña que ella era distinta de todos los demás… Yo la acechaba. Me parecía que tenía que ser desgraciada. Cuando me fui dando cuenta de que quería a mi padre y de que era feliz me entró una especie de decepción… Me gusta la gente con ese átomo de locura que hace que la existencia no sea monótona, aunque sean personas desgraciadas y estén siempre en las nubes, como tú…”
Esta novela se ha convertido en uno de mis libros de cabecera.
La
Regenta, Madame Bovary y Anna Karenina
¡Las tres grandes mujeres del siglo XIX!
Con ellas me
adentré en la época victoriana: costumbres de la época, lenguaje, vestimenta,
protocolo… pero, sobre todo, estas novelas me han hecho entender la enorme
profundidad psicológica de la mujer y valorar más nuestro importante papel en
la sociedad.
El vacío existencial, el pesimismo, la monotonía, el sin sentido de la vida, la incomprensión… a través de los agudos e inteligentes ojos de estas señoras he podido comprender todos estos sentimientos como nunca lo había hecho.
No soy quién
para decidir cuál novela es más meritoria, pero merece una especial mención La
Regenta.
Infravalorada
debido a su publicación posterior a Madame Bovary, puedo decir que nunca en
toda mi vida he leído un personaje mejor construido que el de Anita Ozores, la
Regenta, y tampoco un triángulo amoroso superior al de Ana-Fermín-Don Álvaro.
En la lectura
de esas larguísimas confesiones con su confesor, Don Fermín, en la Catedral, en
las cuales la Regenta le abre su alma para relatarle sus melancolías y
tristezas, dan ganas de quitarse el sombrero ante Clarín. Por no hablar de la
parte final de la novela, cuando Frígilis, el mejor amigo del marido de Ana, le
confiesa la verdad crucial de toda la historia:
“Sí. Anita está muy enferma. Mucho más de lo que tú crees”.
Hablando en un
tono humorístico (aunque no por ello carente de verdad y razón), me parece que
roza lo insultante saber lo desconocida y poco popular que es en España la
seria de la Regenta, producida y emitida en Televisión Española y lo conocidas
que son las series americanas de “Netflix”. Más aún, siendo Netflix de pago y
la serie de la Ozores gratuita en la página web de TVE.
Hacedme sufrir
un poco menos y dadle una oportunidad. Aquí os dejo el link:
http://www.rtve.es/television/la-regenta/
Cumbres Borrascosas
Continuando con obras clásicas, no podía faltar este título. Su autora, Charlotte Brontë, también pasó desapercibida debido a su hermana Emily, la cual tiene más libros publicados. (Yo soy team Charlotte).
De esta novela cabe destacar: los ambientes y personajes viciados, el rencor, la maldad y la locura. Pero, sin lugar a dudas, lo que me marcó de esta novela es su visión del amor. Lo presenta de una forma obsesiva, casi loca.
Lo ejemplifico
con este discurso pronunciado por una de las protagonistas, Catherine, en un
arrebato de ira y cólera a su criada:
“No lo puedo explicar, pero seguro que tú, como cualquier persona, tienes la noción de que hay una existencia o que debería haberla, más allá de nosotros mismos. ¿De qué serviría que yo haya sido creada si estuviera enteramente contenida en mi cuerpo? Mis mayores miserias en este mundo han sido las de Heatcliff, y desde el principio he observado y sentido cada una de ellas. Él es mi gran razón de existir. Si todo lo demás pereciera pero quedara él, yo seguiría existiendo. Si, en cambio, quedara todo lo demás y él fuera aniquilado, el universo se me volvería extraño, no me parecería formar parte de él. Mi amor por Linton es como el follaje de los bosques. Sé que cambiará con el tiempo, soy muy consciente de ello, igual que el invierno cambia los árboles, pero mi amor por Heathcliff es como las rocas eternas que hay debajo, un manantial de escaso deleite para la vista, pero necesario. Nelly, ¡YO SOY HEATCLIFF”!
El fragmento habla por sí solo.
Es exquisito, magnífico. Escrito de una manera acertadísima para que el lector
se percate inmediatamente de la locura de la monologuista, Catherine.
Esa afirmación
final: “NELLY, ¡YO SOY HEATHCLIFF”!... sin palabras. No profundizaré en las
implicaciones filosóficas que hay detrás (se han escrito libros y desarrollado
ramas de la filosofía gracias a ella), pero sí diré que jamás he leído una
declaración de amor tan intensa. Le ama tanto como para afirmar que ella es él y que su existencia se expande más allá de sí misma para existir también en él.
El guardián entre el centeno
Cambio radical
de época y estilo. Publicado en 1951 creó una enorme controversia en Estados
Unidos por hablar sin tapujos de religión, política y sexo, hasta el punto de
estar prohibido.
Aunque a
primera vista pueda parecer una historia divertida, en el fondo es una historia
triste, muy triste. Nos cuenta las peripecias que sufre un chico de diecisiete
años llamado Holden, durante unos días que pasa en Nueva York. A lo largo de la
historia nos damos cuenta de que es un chico muy infeliz y que además está
gravemente enfermo.
Este libro me
conmovió profundamente y me hizo reflexionar mucho sobre la felicidad, la
soledad, la importancia de tener amigos verdaderos y cómo sobrellevar la
pérdida de nuestros seres queridos.
En cuanto a lo
tocante a la religión, me emocionó mucho una reflexión de Holden acerca de la
religión y de Jesús:
“No siempre puedo rezar cuando quiero”.
“En eso era exactamente en lo que no estaba de acuerdo con él. Le dije que apostaría mil dólares a que Jesús no había mandado a Judas al infierno. Aún los seguiría apostando, si los tuviera. Creo que cualquiera de los discípulos le habría mandado al infierno -y a todo correr-, pero apostaría cualquier cosa a que Jesús no”.
Un monstruo viene a verme
Continuamos
con esta temática más “juvenil”.
Nos cuenta la
historia de Connor, un chico de doce años que tiene que afrontar convivir con
un familiar muy enfermo.
A diferencia
de las obras clásicas antes mencionadas, este libro no destaca por su prosa ni
por contarnos una historia complejísima, sino por la ternura con la que está
escrito. Lo leí de una sentada en una tarde y es uno de los poquísimos libros
que me han hecho llorar (y eso en mí es decir mucho).
Me conmovió
muchísimo el realismo con el que relata el sufrimiento del chico y la lucha
interna que él mantiene. Por un lado, quiere que su madre muera, para terminar
con su propio sufrimiento prolongado durante tantos meses. Pero, por otro, se
siente tremendamente culpable por desearlo.
Lloré en una
de las últimas escenas, cuando su madre le confiesa que ya no hay más
tratamientos para ella y que va a morir.
“Creo que en lo más hondo de tu corazón siempre lo has sabido. ¿A que sí?”