¡VIVA ESPAÑA
Y VIVA LA VIRGEN DEL PILAR!
Inicialmente,
esta entrada iba a tratar sobre la Teoría de las Inteligencias Múltiples,
desarrollada por el científico Howard Gardner.
Pero
recientes acontecimientos, han producido un giro inesperado al tema de estas
líneas.
Cuando el miércoles
a mediodía llegué a casa, decidí echar un vistazo a la red social “twitter”,
como suelo hacer normalmente.
El destino
quiso que me topara con un Tweet
publicado por una cuenta cuyo propósito oficial es ironizar inocentemente sobre
el mundo de la ingeniería, pero que en realidad su único pasatiempo es
arremeter contra los estudiantes de Magisterio.
Y cuando digo
arremeter no me refiero a simplemente hacer alguna que otra broma. Esta cuenta
insulta, menosprecia, ridiculiza y utiliza el sarcasmo (cosa que siempre he
odiado, ya que desde hace tiempo llevo notando que las personas que lo usan se sienten superiores a los demás y su objetivo es herir) contra los futuros
maestros.
Comenzaré
esta entrada sacando a relucir este texto escrito por mi amigo Eduardo, autor
del blog “La Tertulia de Fornos”:
“Ciencias, el reducto de
los inteligentes y capaces. Humanidades, la colmena de los fracasados. Por otro
lado… Bellas Artes, la gran marginada, la cloaca del vago, el raro y el perro
flauta antisistema. Esta es la visión general de la ciudadanía de a pie sobre
los tres senderos académicos y el problema llega cuando los mismos alumnos
adquieren estos prejuicios sobre sí mismos y los cultivan hasta diferenciarse
entre sí sólo por el recorrido académico elegido”.
Estas bellas
y acertadas líneas, casan perfectamente con la problemática que he sufrido por
parte de la cuenta antes mencionada.
Como iba
diciendo, en el Tweet que encontré, sólo hallé críticas y críticas para los
profesores, los cuales, desde mi punto
de vista, ejercen una profesión muy importante para la sociedad, que es nada
más y nada menos que transmitir conocimientos.
¿Los
profesores? Qué va, no son importantes. Sólo nos han enseñado todo lo que
sabemos…
Pues bien,
quizá lo que había publicado esa cuenta el miércoles, no fuera de las peores
cosas que había leído, pero fue como afirma el dicho popular “la gota que colma
el vaso”.
Ya estaba
harta de leer escritos en los que se tachaba de tontos e inútiles a los
maestros, y decidí responder al Tweet con un comentario respetuoso pero
contundente.
Llegados a
este punto, he de aclarar que esta cuenta goza de un gran apoyo popular, en
torno a los 50.000 seguidores, por lo que al instante tenía cientos de
interacciones (respuestas al Tweet). Unas me apoyaban y animaban (pequeña
minoría) en otras seguían reiterando sentirse superiores, y continuaban
metiéndose con los maestros. Incluso llegaron a insultarme por ser católica.
Personalmente,
no me quita el sueño que una calaña de desconocidos, maleducados y pusilánimes
me insulte a través de una pantalla.
Lo que me
quita el sueño, es el racismo académico que se está infiltrando en nuestra
sociedad y que amenaza con colarse por todos los entresijos, hasta que no quede
ni un solo brote sano.
Para entender
mejor esto, propongo el siguiente experimento mental:
Imagínese por
un momento un olivo situado en medio de una solitaria y extensa llanura de los
campos de Castilla, en una calurosa tarde de verano.
Un transeúnte
pasa y tira una colilla encendida por la ventanilla. Al principio, no sucede
nada, pero al cabo de un tiempo, la maleza seca, propia de la estación, empieza
a arder, arrasando todo por lo que pasa: los campos cuidadosamente labrados por
los labradores, la maleza, que ya nunca podrá volver a agitarse al compás del
viento, mientras el sol le arranca destellos dorados, y… destruye el olivo.
Al principio,
sólo ataca al tronco, pero va extendiéndose hasta que alcanza las ramas y las
hojas.
Y en menos
que un ingeniero critica a un maestro, ya ha ardido la totalidad del árbol.
-El descuidado
transeúnte, serían todas aquellas personas que critican por mero placer y se
consideran superiores a la población que ha estudiado determinadas carreras.
-La colilla,
es el medio por el que se transmite el desprecio y la cobardía. Es decir, sería
la semilla del mal. En mi caso, la red social Twitter.
-El olivo es
el alma de las personas que componemos esta sociedad.
Antes del
incendio, está sana y tranquila, pero tras él, han surgido el odio, el
desprecio y todos los sentimientos negativos.
Llegados a
este punto, me pregunto, ¿realmente alguien se puede sentir superior a otros
por su formación académica?
Ya sean ingenieros, médicos o economistas, nadie
tiene derecho a considerar a alguien inferior por la carrera que haya
estudiado.
Personalmente,
opino que la raíz del problema está en esta absurda división entre ciencias y
letras. Con este sistema, se priva al alumno de poseer un conocimiento general
de todas las áreas del saber.
A medida que
vas aprendiendo y progresando, te percatas de que en realidad, todo el
conocimiento está increíblemente relacionado entre sí, aunque a primera vista
asignaturas como Matemáticas y Literatura difieran en grado sumo.
Seguramente,
la voz de una joven que se dedica a escribir ensayos y publicarlos en un blog por
puro placer no tiene mucha importancia. Por ello os traigo un argumento de
autoridad irrefutable: René Descartes:
"La sabiduría humana es
el conjunto de todas las ciencias: es como un árbol cuyas raíces son la
metafísica, el tronco la física o filosofía natural, y las ramas las otras
ciencias, principalmente la medicina, la mecánica y la moral. Todas las
ciencias son consecuencia del uso de la razón, que es una y la misma con
independencia del campo al que se aplique".
¿Qué pasa si
a un árbol le quitas las raíces? Muere. ¿Y si talas el tronco? Fallece.
Lo mismo pasa
con la sabiduría, todas las ciencias deben coexistir en la mente de cada
persona, sin importar que sea ingeniero o filósofo.
La física y
la metafísica no pueden vivir la una sin la otra, son, como ya hemos visto, las raíces y el tronco del sistema orgánico
mencionado.
Ya conocen la
opinión de Descartes, ahora juzguen ustedes mismos.
Dejando a un
lado la división entre estudiantes, abordemos la cuestión del reconocimiento
social.
¿Por qué un
médico está más valorado que un sociólogo?
La respuesta
es ésta: falta de personalidad.
Hemos llegado
a un punto en el que nos dejamos llevar tanto por modas, que incluso nuestra
decisión al elegir carrera, está determinada para los convencionalismos
sociales (personalmente, los detesto).
¿Qué vamos a
hacer cuando tengamos millones de médicos pero ni un solo ingeniero que
construya el puente que nos permita transportarnos hasta el hospital?
¿O cuando
construyamos millones de fábricas pero no haya filósofos que ideen sistemas
políticos para defender los derechos de los trabajadores?
Y así podría
continuar con una lista que se prolongara hasta el infinito.
Para iniciar
el siguiente punto a debatir, les adjunto la siguiente cita de Einstein:
“La imaginación es más
importante que el conocimiento”.
En la absurda
e injusta prueba de acceso a la Universidad, comúnmente llamada “PAEG”, “PAU” o
“Selectividad” (dependiendo del partido político que gobierne), los
coordinadores de las pruebas se han esforzado tanto por privar al alumno del
placer de inventar y pensar por sí mismo, que uno de los factores a la hora de
evaluar una pregunta es el espacio que haya ocupado en el papel, en vez de la
calidad de lo escrito.
Bien que lo
lamento.
Los
comentarios de texto están tan mecanizados, que el alumno se puede aprender un
modelo de memoria, y escribirlo tal cual en el examen.
Los alumnos
que son considerados “más inteligentes y capaces”, son aquellos que se limitan
a dar la razón al profesor, hacerle la pelota
y a memorizar el contenido sin detenerse a pensarlo.
Como dijo
Einstein:
“La memoria es la
inteligencia de los tontos”.
Se premia al
alumno con mejor promedio, en vez de al más trabajador.
En resumen,
tras leer este ensayo (el primero, dicho sea de paso), el lector podría pensar
que soy una anti-sistema que disfruta criticando el más mínimo fallo.
En realidad, lo
único que trato es aportar mi granito de arena dando a conocer mi punto de
vista, por si eso puede ayudar a alguien, ya que vivimos en una sociedad que
demanda un gran cambio, una nueva manera de entender la política, la educación
y todo el conjunto de asuntos sociales.
Pero sobre
todo, vivimos en una sociedad dónde este escrito no valdrá nada.
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¡El mundo está enfermo! |